Consideraciones de un director novato: PARTE 2

Como os iba diciendo en el post anterior, en apenas tres días se levantó la idea de mi primer proyecto teatral.

Adapté la obra de la original como pude ese fin de semana, y después Reto incluyó los cambios que consideró convenientes. Finalmente tomamos aquel borrador y lo pulimos entre los dos. Convocamos los castings y tras terminarlos contábamos con casi cuarenta personas. ¡40! Una locura, pero ya no había marcha atrás, así que incluso añadimos personajes extras para poder incluir a todo el mundo.

Lo que no podíamos imaginar es que unos días después aparecería Ptolo, antiguo miembro del grupo, director de fotografía profesional, o lo que es lo mismo: iluminador experto. Ptolo al parecer tenía algo de tiempo libre (más o menos) y se traía debajo del brazo a Víctor, escenógrafo de profesión.
En un par de días la obra que había elegido por su "sencillez" se había convertido en una de las mas ambiciosas jamás presentadas por NECN. Con deciros que vamos a proyectar en humo algunos elementos...

Todo esto se transformó en toneladas de trabajo extra, además de reuniones semanales con los directores técnicos y nuevos elementos como un coro y un grupo de bailarines, cada uno de ellos con sus propios retos. El vestuario, por cierto, será confeccionado en un 60% a mano.
Como veis la carga de trabajo, aún distribuida entre todos, es mucha, y mientras tanto todos tenemos un curso que sacar adelante, algunos trabajo, y por supuesto nuestros respectivos problemas vitales, sumando a todo ello los contratiempos.
Pero estoy aprendiendo muchísimo gracias a ello, y parte de ello es lo que quería compartir con vosotros.

En primer lugar un consejo para el futuro —al menos yo lo tomo como máxima de aquí en adelante—: nunca trabajéis con gente que no se compromete. Es triste, pero es así. A menudo hay gente que quiere participar en un proyecto, o mejor dicho, lo desea, pero no está dispuesta a involucrarse ni a aportar más que lo que les sobre al proyecto. Sinceramente, yo jamás contrataría a nadie así si tuviera una empresa, porque los ves venir, siempre aportando pegas y nunca soluciones. La realidad es que se pueden arreglar muchos contratiempos, pero cuando te llega gente así la única solución es dejar las cosas muy claras y decir adiós a quienes no pretendan cambiar. Es muy difícil hacer que un mal actor actúe bien, pero más difícil es trabajar con esa gente.
No obstante es cierto que a veces tienes que trabajar necesariamente con gente así, al fin y al cabo somos cuarenta y todos voluntarios. Ahí es donde llega el principal trabajo del director: lograr que todos confíen en ti y que anhelen trabajar en tu proyecto, que crean en él.

Por otro lado estoy aprendiendo a organizarme un poco mejor y, aunque muy poco a poco, a librarme de distracciones innecesarias. No se puede levantar una obra si no se gestiona el tiempo adecuadamente, y debo reconocer que aquí es Reto el que más ha invertido.
Y por supuesto una norma para cualquier empresa en la que nos embarquemos: lo que a priori parece una buena idea quizá no lo sea en su realización, o quizá su realización sea demasiado costosa en recursos. Hay que saber cuando dejar un camino y tomar otro, y la respuesta casi siempre es la simplicidad.

También a nivel técnico he descubierto cosas nuevas: el primer día nuestros directores de iluminación y escenografía nos pidieron la paleta de colores de cada escena. No es algo que esperáramos analizar con tanto detalle en una obra de una asociación de estudiantes, pero nos pusimos a ello.

Y por último mi apunte favorito: no me sorprendió como muchos decidieron no participar porque les propuse papeles demasiado pequeños. Lo entiendo, ya que algunos ya tienen experiencia suficiente y no les compensa invertir en un proyecto que no va a motivarlos, o no les va a suponer desafío alguno. Pero me ha sorprendido descubrir como algunos de los que se han quedado hablan de sus papeles menores como si no fueran imprescindibles. Y dirá el lector: "bueno, habrá papeles menos relevantes que otros."
En absoluto.
Hay papeles con más o menos peso en la historia, pero de cara a la obra, como director, debo decir que mi filosofía es que cada pequeño papel, cada minúsculo aporte dentro y fuera del escenario, son imprescindibles. Cuando nos ponemos a ver una película, sobre todo con las españolas —aunque eso ha cambiado bastante estos años, tengo que admitir—, muchas veces nos encontramos con una buena idea, con mejor guión, e incluso con un buen equipo técnico detrás, pero que no termina de convencernos. Esto se ve sobre todo en las series, donde el desastre es mayor. Y esa falta de calidad, esos fallos que muchas veces no acertamos a identificar, no son mas que los pequeños detalles. Cuando no se cuidan los pequeños detalles, como el attrezzo o una frase adecuada, cuando un secundario decide que su trabajo no es demasiado relevante, y no ensaya lo suficiente, o no pone el mismo empeño que el protagonista, logra que su escena no resulte creíble, que algo no cuadre en todo el esquema. Y una vez se suman todos esos pequeños errores o descuidos, se forma una enorme bola que destruye la credibilidad y la calidad del resultado. El espectador abandona la sala con una sensación de decepción, aunque el protagonista llevara su papel a la perfección y el guión resultara interesante. No existen papeles poco importantes: cada trabajo tiene que hacerse, y cada trabajo solo puede hacerlo la persona a la que has designado. Precisamente, aunque incluso ellos no lo crean así, cuando se le confía esa responsabilidad —porque es realmente una gran responsabilidad— es porque creemos que realmente esa persona va a desempeñar el papel mejor que nadie, que podemos delegar en ella para esa tarea insignificante e imprescindible.

Y esa es mi conclusión final: cuando se quieren hacer las cosas bien, todos los detalles importan.


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